Los verdaderos culpables de los incesantes chanchullos en Perú

Los verdaderos culpables de los incesantes chanchullos en Perú

Lima, Perú – Castillo. Vizcarra. Kuczynski. Humala. García. Fujimori. Estos son sólo algunos de los presidentes peruanos que han sido investigados, encarcelados o que se han suicidado relacionados con cargos de corrupción en el último cuarto de siglo.

Además, los últimos encuesta realizada por Proética, el capítulo peruano de Transparencia Internacional, reveló que el 81% de los peruanos encuestados considera que la corrupción ha aumentado, y más de la mitad (53%) está seguro de que la corrupción seguirá aumentando en el futuro.

El estudio también encontró que esta percepción de corrupción está afectando la vida personal de los ciudadanos comunes, y muchos reconocen que la corrupción puede perjudicar sus finanzas familiares, reducir sus oportunidades de empleo, frenar el crecimiento económico y aumentar la desigualdad.

Entonces, ¿por qué Perú ha tenido problemas de corrupción tan arraigados en su historia moderna?

Según Fernán Altuveex congresista, historiador y profesor, desde principios de siglo se ha instaurado en Perú una “democratización de la corrupción”, cuyos principales responsables nunca han sido procesados.

“La democratización de la corrupción encierra un espejismo. Desde afuera se ve que, a pesar de la crisis, nuestros gobernantes, a lo largo de este período corrupto de 23 años, están siendo procesados, investigados y sancionados. Sin embargo, los corruptores -los que son tan responsables o más que los políticos corruptos- no han recibido mayores sanciones”, dijo Altuve a Perú Informa.

Las raíces de la moderna “democratización de la corrupción”

Altuve, que ocupó un escaño en el Congreso entre 2000 y 2001 como parte de la coalición Perú 2000, liderada por el encarcelado ex Presidente Alberto Fujimori (1990-2000), afirmó que la “democratización de la corrupción” comenzó a extenderse tras la caída de Fujimori y su posterior autoexilio a Japón para evitar cargos de corrupción.

“En el año 2000, Perú cambió de régimen porque cayó el gobierno establecido en 1990, por estar involucrado en un escándalo de corrupción que involucró 15.000 dólares”, dijo Altuve.

Los verdaderos culpables de los incesantes chanchullos en Perú
Alberto Fujimori. Imagen cortesía de ANDINA.

El 14 de septiembre de 2000, se difundió un video que mostraba al asesor presidencial Vladimiro Montesinos entregando USD $15.000 al congresista Alberto Kuori. Se produjo una crisis política que obligó a Fujimori a anunciar nuevas elecciones y la destitución de Montesinos, quien había actuado como “el hombre detrás de la cortina.”

Al mismo tiempo, Fujimori perdió su control sobre el Congreso cuando un miembro de su oposición fue elegido presidente del organismo. En Tokio, Fujimori intentó evitar la destitución dimitiendo, pero el Congreso rechazó su dimisión y lo destituyó. Posteriormente fue detenido en Chile y extraditado a Perú en 2007 para ser juzgado. (Fujimori está actualmente encarcelado en Perú por crímenes contra la humanidad).

Tras la salida de Fujimori del poder, se llevaron a cabo reformas legales, se firmaron acuerdos internacionales como el Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción y varios funcionarios de su régimen fueron condenados por corrupción.

“Desde la caída de Fujimori, las autoridades dijeron que se utilizarían todos los mecanismos anticorrupción para evitar que volviera a ocurrir. Sin embargo, 23 años después, Perú naufraga en una corrupción infinitamente peor. Ha habido una democratización de la corrupción”, lamentó Altuve.

¿Por qué Perú no puede escapar de la corrupción?

Lamentablemente, una larga (y creciente) lista de presidentes peruanos se han enfrentado a acusaciones de corrupción.

El último es el derrocado ex presidente Pedro Castillo, actualmente en prisión preventiva acusado de organización criminal, colusión y tráfico de influencias, cargos que podrían llevarlo a prisión durante más de 30 años.

En los últimos 23 años después de Fujimori, todos menos dos presidentes de transición han sido destituidos o procesados por corrupción, y uno, Alan García (2006 a 2011), se suicidó de un disparo en 2019 a medida que aumentaban las pruebas en su contra.

Alan García Pérez. Imagen cortesía de ANDINA.

Aunque se podría perdonar al público por suponer que la corrupción se ha resuelto una vez que un presidente es encarcelado o ha muerto, los que corrompieron a los funcionarios electos permanecen indemnes para corromper otro día.

“Cuando la cabeza de una gran figura política se entrega a la justicia, existe la falsa percepción de que hay una sanción”, dice Altuve. “Pero en realidad se encubre al empresario, que es el beneficiario y gran corruptor”.

Según el ex político y catedrático, los peruanos “vivimos en un sistema que castiga a los corruptos, pero deja impune al corruptor. Por eso, la corrupción se ha multiplicado, porque no ha habido una sanción equilibrada.”

En análisis en Política Exterior de Simeon Tegel, periodista británico afincado en Lima, afirma que “mires donde mires en Perú, es imposible pasar por alto el rampante soborno del país, que, con un puñado de excepciones, ha hecho metástasis en casi todas las instituciones públicas”.

Altuve explicó que esta “metástasis” de corrupción en todas las instituciones peruanas se debe a un “desequilibrio” en el castigo penal de los implicados en actos de corrupción.

“Esa estructura de desequilibrio, lo único que ha logrado es que algunos se beneficien culpando a los funcionarios. Ese sistema de impunidad debe terminar […] Desde el año 2000, ¿cuántos empresarios están hoy en la cárcel por corrupción? Ninguno”, afirmó.

Los casos de altos empresarios condenados por corrupción son escasos en Perú.

Un informe de 2019 del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos (Minjus). detalles que en Perú había ese año un total de 1.431 propietarios de diferentes empresas que estaban siendo investigados por delitos de corrupción en todo el país. Los nombres de los acusados no fueron revelados por razones de seguridad.

Tras destaparse el escándalo internacional de corrupción que involucra a Odebrecht, se reveló que la constructora brasileña sobornó a funcionarios peruanos entre 2005 y 2014, años que incluyeron los gobiernos de Alejandro Toledo (2001-2006), Alan García (2006- 2011) y Ollanta Humala (2011-2016).

Según el portal de investigación Convoca, hasta 2022, de las 840 personas investigadas por su presunta participación en el escándalo de Odebrecht, sólo 23 individuos habían recibido algún tipo de condena.

Pedro Castillo, el último presidente peruano encarcelado y acusado de corrupción. Imagen cortesía de la Presidencia de Perú

Posibles soluciones

Según Altuve, político de derechas, hay dos elementos necesarios para “romper” este sistema político de corrupción: uno externo y otro interno.

“El elemento externo es que cambien las condiciones de la región. En este momento tenemos regímenes de gobierno en toda la región que, de una u otra manera, han seguido las mismas estructuras de corrupción que Perú”, dijo. América Latina figura entre las regiones más corruptas del mundo, según según datos de Transparencia Internacional.

En Perú, según Altuve, “debe nacer una conciencia nacional” que permita “demoler todas las estructuras corruptas entre gobiernos e intereses empresariales”.

Dijo que estas estructuras “deben acabar, porque sólo favorecen los mecanismos de interrelación corrupta de ambas partes.”

Mariela García de Fabbri, gerente general de Ferreycorp, una corporación peruana que vende y arrienda equipos de construcción, cree que los líderes empresariales de hoy deben formarse con “propósito y valores” para generar “un cambio positivo no sólo en las empresas sino también en la sociedad.”

“Hoy faltan líderes, no hay referentes”, dijo. dijo el año pasado en una conferencia del sector. “Antes, el modelo era el presidente, los ministros, los políticos, los grandes empresarios. Hoy hay un vacío y tenemos que llenarlo, siendo un modelo en nuestras organizaciones, pero también en la comunidad empresarial.”

El experto peruano en lucha contra la corrupción, José Ugaz, dijo a El Christian Science Monitor en marzo, que erradicar la corrupción en Perú requiere restaurar la confianza pública en las instituciones y una revolución cultural que “dé cabida a la solidaridad y al sentido de empatía” entre los peruanos.

“La corrupción mina la confianza, y si no hay confianza no se puede construir un bien común”, explicó el abogado y ex fiscal anticorrupción de Perú.

Ugaz considera que, desde la crisis provocada durante el gobierno de Pedro Castillo, se han hecho algunos intentos por construir un diálogo y que “hay señales de que puede estar surgiendo una nueva clase de actores políticos más enfocados en construir un Perú mejor.”

Sin embargo, lo cierto es que la corrupción gana terreno en Perú, al tiempo que la democracia peruana se hace cada vez más precaria.

Para salvar la democracia peruana, debe acabarse el “espejismo” de que la corrupción se ha manejado cuando caen las figuras políticas, y las autoridades deben tomar medidas rápidas para cortar la cabeza de la gallina de los huevos de oro: los empresarios que corrompen a los políticos.


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